Los efectos de perseguir un superávit público (o un déficit del resto de la economía) 

Por Agustín Mario – Universidad Nacional de Moreno

Hace algunos meses, al conocerse el resultado fiscal del mes de enero, escribí una nota para Página 12 argumentando que era necesario dejar de centrarse en un residuo contable -el resultado fiscal- y, en cambio, analizar los efectos reales de la política económica del gobierno, que se traduce en términos de empleo y distribución, que son los que afectan a los ciudadanos en el día a día.

Fuente: Gráfico de elaboración propia en función a información disponible en INDEC.

Estos resultados distributivos están estrechamente vinculados con lo sucedido en los mercados laborales. La fuerza laboral está compuesta por los ocupados (incluyendo formales e informales) y los desocupados. De aquí que la variación de la fuerza laboral en un determinado período debe ser igual a la suma de la variación en la cantidad de ocupados y la cantidad de desocupados. 

Fuente: Gráfico de elaboración propia en función a información disponible en INDEC.

Entre el cuarto trimestre de 2023 y el primero de 2024, la tasa de participación se redujo 0,6 punto porcentual -pp- expandido al total de la población, esto implica 232 mil personas que salieron de la fuerza laboral; la tasa de empleo en 1,5 pp (658 mil ocupados menos), la mayor reducción trimestral en más de 30 años, sin considerar la pandemia.

Fuente: Gráfico de elaboración propia en función a información disponible en INDEC.

En este contexto, la participación de los salarios en el ingreso global no se vio prácticamente modificada entre el cuarto trimestre de 2023 y el primero de 2024: pasó del 44,9% al 45%. No obstante, la masa salarial real se redujo un 2,4% como consecuencia de la mencionada reducción del empleo. Este resultado evidencia que no tiene sentido centrarse demasiado en el indicador de participación salarial -el porcentaje del ingreso total que se apropian los trabajadores-, pues se puede “participar más de una torta más chica”. De hecho, la economía (el PIB real per cápita, en rigor) se redujo un 2,8% en el mismo período.

La economía argentina cuenta, en la actualidad, con 4 millones de personas que trabajan menos tiempo del que desean (1,7 millones de desocupados más 2,3 millones de subocupados), y esto sin contar a quienes se encuentran fuera de la fuerza laboral (inactivos) y podrían querer trabajar si se les ofreciera un empleo.  Pareciera que los economistas a veces olvidamos aquellos contenidos que vemos en las primeras materias, ya que desde Economía 1 aprendimos que esto es un desperdicio de recursos, un costo real (o de oportunidad).

Mientras el gobierno siga persiguiendo un objetivo de superávit (esto es, un déficit para el resto de la economía) estos problemas no harán más que agravarse pues el resultado fiscal sí tiene efectos: es esperable que la fuerte caída del gasto público, procurando alcanzar un determinado resultado fiscal, continúe incrementando el desempleo, achicando la economía y, con ello, los ingresos para repartir. Aunque difícilmente logre el poco práctico cometido de forzar a la población a “vender dólares para pagar impuestos”, esta política no hará más que empeorar las condiciones de vida de la población.